«El Gobierno de Estados Unidos tiene que hacer dos cosas: romper el monopolio de Facebook y regular la compañía para que sea más responsable ante los estadounidenses», subraya el empresario
«Es hora de romper Facebook». Este es el demoledor titular con el que Chris Hughes, uno de los cofundadores de Facebook, ha reaparecido tras años en la sombra. Y lo ha hecho a través del prestigioso diario « The New York Times», donde este jueves ha publicado una columna de opinión a modo de «reparar» el daño causado a la sociedad por contribuir en la creación de Facebook, un gigante tecnológico que en la actualidad campa a sus anchas a pesar de que nació hace 15 años como un simple proyecto para conectar a los jóvenes universitarios de Harvard.
«Siento una sensación de ira y responsabilidad», reconoce Hughes, que lanza un claro mensaje hacia el Gobierno estadounidense para que rompa el «monopolio» de la compañía que lidera Mark Zuckerberg y acabar, así, con su enorme influencia y proteger los derechos de los ciudadanos.
«Es posible que Mark nunca tenga un jefe, pero necesita controlar su poder. El gobierno estadounidense debe hacer dos cosas: romper el monopolio de Facebook y regular a la compañía para que sea más responsable ante el pueblo estadounidense», asegura.
En un largo artículo de opinión, el cofundador alerta del inmenso poder del CEO de Facebook y de la falta de control sobre él y sus acciones al frente de la red social. «La influencia de Mark es asombrosa, mucho más allá de la de cualquier otra persona en el sector privado o en el Gobierno. Controla tres plataformas de comunicación clave -Facebook, Instagram y WhatsApp- que miles de millones de personas usan a diario», señala en el artículo.
«El directorio de Facebook -continua- funciona más como un comité asesor que como un supervisor, porque Mark controla alrededor del 60 por ciento de las acciones con derecho a voto. Solo Mark puede decidir cómo configurar los algoritmos de Facebook para determinar qué ven las personas en sus Noticias, qué configuración de privacidad pueden usar e incluso qué mensajes se entregan. Establece las reglas sobre cómo distinguir el discurso violento e incendiario de la mera ofensiva, y puede optar por cerrar a un competidor al adquirirlo, bloquearlo o copiarlo».
Según Hughes, Zuckerberg tiene poder total dentro de su empresa y undominio prácticamente absoluto sobre el sector de las redes sociales, lo que le permite fijar las reglas sobre privacidad, decidir qué contenidos son aceptables o acabar con cualquier competidor adquiriéndolo, bloqueándolo o copiando su modelo.
Su relación con Zuckerberg
A pesar de la dureza de sus palabras, Hughes muestra su cariño por el que fue uno de sus mejores amigos. Recuerda que la última vez que se vio con Zuckerberg fue meses antes de que estallara el escándalo de Cambridge Analytica. «Fue en el verano de 2017», narra. «Nos reunimos en la oficina de Facebook en Menlo Park, California, y luego fuimos a su casa. Pasamos una o dos horas. Hablamos principalmente de política, un poco sobre Facebook, y sobre nuestras familias», recuerda.
Fue poco después cuando, «la reputación personal de Mark y la de Facebook cayeron en picado», recuerda, por los «errores» que ha cometido la compañía y que Hughes no duda en enumerar: las malas prácticas de privacidad con respecto a la consultora Cambridge Analytica, su falta de actuación frente a la injerencia rusa en las elecciones de EE.UU., las « fake news» y «el impulso ilimitado de captar cada vez más nuestro tiempo y nuestra atención».
Hughes defiende a Zuckerberg como persona, pero cree que su obsesión por dominar el mercado con Facebook le ha llevado a cometer errores y le ha dado un poder casi ilimitado que resulta peligroso: «Es humano. Pero es su misma humanidad la que hace que su poder sin control sea tan problemático».
Califica a su amigo como «persona buena y amable» pero reconoce que le «enfada que su hincapié en el crecimiento le llevase a sacrificar seguridad y respeto a cambio de clics», insiste. Añade que también está «decepcionado» consigo mismo y con el primer equipo que creó la red social «por no pensar más en cómo el algoritmo de News Feed podría cambiar nuestra cultura, influir en las elecciones y empoderar a los líderes nacionalistas. Y me preocupa que Mark se haya rodeado de un equipo que refuerce sus creencias en lugar de desafiarlas».
Hughes propone usar las leyes antimonopolio para romper Facebook en varias compañías independientes, empezando por separar Instagram y WhatsApp, cuyas adquisiciones por parte de Zuckerberg nunca deberían haberse permitido, según defiende.
«Somos una nación que tradicionalemnte ha controlado los monopolios. El poder de Mark no tiene precedentes y es antiamericano» asegura. Por eso, «Es hora de romper Facebook».
Una ambición sin límites
Recuerda que, desde casi el principio, Zuckerberg usó sin comedimiento alguno la palabra «dominación» con el objetivo de describir las «ambiciones» del proyecto. «En ese entonces, competíamos con una gran cantidad de redes sociales, no solo MySpace, sino también Friendster, Twitter, Tumblr, LiveJournal y otros. La presión para vencerlos impulsó la innovación», recuerda.
«Fue este impulso para competir -continua- lo que llevó a Mark a adquirir, a lo largo de los años, docenas de otras compañías, incluidas Instagram y WhatsApp en 2012 y 2014. En mi opinión, no había nada poco ético ni sospechoso en estos movimientos».
Pero todo cambió. Tal y como recuerda Hughes, después de poco más de diez años, Facebook posee un Oscar a la mejor «dominación». «Tiene un valor de medio billón de dólares y, según mi estimación, representa más del 80 por ciento de los ingresos de las redes sociales del mundo. Es un poderoso monopolio que eclipsa a todos sus rivales y borra la competencia de la categoría de redes sociales. Esto explica por qué, incluso durante sus año 'horribilis' (2018), las ganancias por acción de Facebook aumentaron en un asombroso 40 por ciento en comparación con el año anterior». Hughes asegura que liquidó sus acciones en la red social en 2012 y, desde entonces, no invierte en ninguna compañía de este tipo.
Para el cofundador, «el dominio de Facebook no es un accidente de la historia» porque «la estrategia de la empresa era vencer a todos». Y no solo a sus competidores, sino también a los órganos reguladores y al gobierno.
El papel de la FTC y gobierno
Para el joven, la FTC cometió un gran error permitiendo que Facebook adquiriera Instagram y WhatsApp. «La adquisición de Instagram garantizó que Facebook mantendría su dominio en las redes de fotos, y WhatsApp le dio una nueva entrada a la mensajería móvil en tiempo real». Cabe recordar que los fundadores de ambas compañías abandonaron Facebook por sus discrepancias con Zuckerberg.
«No culpo a Mark en su búsqueda por dominar», asegura, pero considera que su papel «restringe el espíritu empresarial y la elección del consumidor». Por todo ello, Hughes considera que el gobierno tiene que intervenir.
«Si no actuamos, el monopolio de Facebook solo se afianzará aún más. Con gran parte de las comunicaciones personales del mundo en su mano, puede extraer esa información para patrones y tendencias, dándole ventaja sobre competidores durante décadas», insiste. Y es que recuerda que el modelo de negocio de la mayor red social del mundo está en la publicidad dirigida gracias a los datos de los usuarios.
Entre otras cuestiones, Hughes muestra su preocupación por el «control unilateral» que ahora mismo Zuckerberg tiene sobre el discurso público y los contenidos. «No hay precedente de su capacidad de controlar organizar e incluso censurar las conversaciones de 2.000 millones de personas», recuerda, ya que la compañía diseña sus propios algoritmos para seleccionar qué contenido, comentario o experiencia muestra al usuario.
En su opinión, la FTC, junto con el Departamento de Justicia, «debe hacer cumplir las leyes antimonopolio, deshaciendo las adquisiciones de Instagram y WhatsApp y prohibiendo futuras adquisiciones durante varios años», de tal manera que Facebook se disgrege en varios compañías. El problema es el tiempo.
«Hasta hace poco, WhatsApp e Instagram se administraban como plataformas independientes dentro de la empresa matriz, por lo que eso debería facilitar el proceso. Pero el tiempo es esencial: Facebook está trabajando rápidamente para integrar los tres, lo que haría más difícil para la FTC dividirlos», alerta.
Esta ruptura beneficiaría a todos: gobierno, ciudadanos e incluso accionistas, indica. «Pero los mayores ganadores serían los estadounidenses», apunta, ya que tendrían ante sí «un mercado competitivo en el que podrían elegir». Y recuerda a Adam Smith: «la competencia estimula el crecimiento y la innovación».
«Mea culpa»
Pero su ruptura, alerta el cofundador de Facebook, no sería suficiente. Se necesitaría también «regular las empresas de tecnología» y el primer mandato sería «proteger la privacidad», tal y como Europa ha hecho con el Reglamento general de protección de datos. Por último, aboga por regular el discurso en las redes sociales.
Hughes, que fundó Facebook junto a Zuckerberg y varios compañeros de la universidad, admite su propia responsabilidad por «no hacer sonar antes la señal de alarma» y asegura que no fue hasta las elecciones estadounidenses de 2016 y la polémica de Cambridge Analytica que se dio cuenta realmente de los peligros del monopolio de la red social. Y concluye: «Mark Zuckerberg no puede arreglar Facebook, pero nuestro gobierno sí».
En los últimos años, la empresa con sede en California ha estado en el punto de mira de muchos legisladores por sus problemas de privacidad y su supuesto papel en la manipulación de comicios y en la difusión de mentiras.
Tras dejar la compañía en 2007, Hughes fue voluntario en la campaña que llevó al demócrata Barack Obama a la Casa Blanca y pasó por varios negocios, incluida la compra de la revista «The New Republic», de la que se desvinculó en 2016.
Actualmente es codirector del Economic Security Project, una iniciativa para combatir la pobreza en EE.UU., y asesor en el Instituto Roosevelt.
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