Facebook permitió leer los mensajes privados a varias empresas tecnológicas como Spotify, Microsoft o Netflix

Sin el permiso de sus usuarios, la conocida red social dio acceso a unas 150 empresas a más datos personales de lo que se pensaba, todo diseñado para mejorar su negocio publicitario


Es el segundo año negro de Facebook y no podía acabar la temporada sin otra revelación de importancia. A los sucesivos escándalos hay que sumar otra mancha a su expediente: la red social compartió más datos personales de sus usuarios con empresas tecnológicas como Microsoft, Amazon, Spotify o Netflix de los que se habían dado a conocer hasta ahora, lo que permitió consultar incluso los mensajes privados de los usuarios.

Un hecho que, según ha desvelado «The New York Times» tras analizar documentos internos de la compañía, alcanzó a unas 150 firmas tecnológicas. Lo hizo sin el consentimiento explícito de sus usuarios. Y, para ello, la multinacional presidida por Mark Zuckerberg amplificó aún más su modelo de negocio basado en la publicidad segmentada y personalizada.

Facebook, que acumula unos 2.250 millones de usuarios en todo el mundo, autorizó sibilinamente y con el desconocimiento de los usuarios que Bing, el conocido buscador de Microsoft, pudiera revisar los nombres de los contactos en la red social. No fue lo único: a los servicios de «streaming» Spotify y Netflix les dejó vía libre a leer los mensajes de los usuarios. Una medida encaminada a conocer aún más sus gustos y aficiones. Un auténtico «Gran Hermano» que viene a echar más leña al fuego.


Otro escándalo mayúsculo que vuelve a hacer reflexionar la estructura de monitorización orquestada para conocer todo lo que se pueda de las personas. Este secreto ahora aireado deja entrever que el caso de Cambridge Analytica ha sido pecata minuta en comparación con la cantidad de datos que han tenido los «socios» más importantes de Facebook.

Mediante acuerdos bilaterales secretos, la plataforma permitió, también, que Amazon pudiera consultar sin el permiso de sus usuarios el nombre, información de contacto, entre otras cosas, al igual que dejó a Yahoo. El problema, además, es que estas prácticas sucedieron hace escasamente poco tiempo: hasta este mismo verano. La compañía estadounidense ha segurado que no ha encontrado evidencias de abuso por parte de sus socios.

La red social, sin embargo, ha defendido este año que había dejado de permitir a empresas de terceros consultar los datos de sus usuarios después de intentar defenderse de los reiterados escándalos. En respuesta a esta revelación, Steve Satterfield, director de privacidad de Facebook, ha apuntado que ninguno de estos acuerdos «violó los acuerdos de privacidad o los compromisos con los reguladores federales». En la misma línea se ha explicado Konstantinos Papamiltiadis, director de Plataformas y Programas para Desarrolladores de Facebook, que en un comunicado ha insistido en que «ninguna de estas asociaciones o características dio a las compañías acceso a la información sin el permiso de las personas».

Primeras reacciones

Las compañías tecnológicas relacionadas con este caso han empezado a salir al paso de las acusaciones. Una de ellas, Netflix, que ha asegurado a ABC que pese a haber contado con una función (2014) que permitía recomendar programas de televisión y películas a sus amigos de Facebook, en «ningún momento» se accedió a los mensajes privados de la gente en Facebook y «ni pedimos la posibilidad de hacerlo».

Para Borja Adsuara, jurista experto en derecho digital, esta revelación era vox populi y viene a confirmar la necesidad de considerar si darse de baja en este tipo de redes sociales o, al menos, navegar mediante la función anónima habilitada en algunos navegadores de Google Chrome o Firefox. «Espero que a partir de ahora se empiece a desarrollar otra red, con otras aplicaciones, que respeten la intimidad», apunta a este diario.

«Lo que muchas compañías no se dan cuenta es de que ellos puede que no quieran esos datos más que para "mejorar sus productos y la experiencia de los usuarios", pero el peligro es que existan y se hayan compartido, hasta que vengan otros no tan bien intencionados, que les den usos mucho peores. Porque poco pasa para lo que podía pasar. Pero es cuestión de tiempo», añade. «enemos el ejemplo del Gobierno chino, con el que están obligadas a colaborar las empresas tecnológicas: chinas y extranjeras, si quieren operar en el apetecible e inmenso mercado chino», sugiere.