Los productores redujeron la cantidad del personal de ocho a tres. Una bota boliviana cuesta Bs 500 y una de contrabando Bs 70.
Las fabricantes de calzados que montaron pequeñas empresas y que venden sus productos en una tienda de la avenida Mariscal Santa Cruz de la ciudad de La Paz afirmaron que por el contrabando redujeron el personal a menos de la mitad y sus ventas se redujeron en un 50% en tres años.
“El contrabando de zapatos llega desde Perú y China, son mucho más baratos (...) Un par de botines o botas largas nosotros vendemos en 400 o 500 bolivianos, pero los productos de contrabando venden a 70 o 100 bolivianos”, lamentó Nancy Valencia, de Calzados Noemí.
Explicó que el contrabando de zapatos siempre fue un problema, pero que desde hace tres años la situación empeoró.
“Antes podíamos vender hasta 60 pares en un mes, ahora vendemos 30, a veces en meses malos, vendemos 15 o 20 pares”, dijo.
Lucy Zurita, otra productora de calzados, agregó que el personal empleado también tuvo que ser reducido.
“Antes se trabajaba con siete, ocho personas, los que fabrican más con 10 personas, pero como no hay venta, se tuvo que despedir a varios obreros. Ahora no trabajamos más que con tres o cuatro personas”, relató.
La mercadería de contrabando llega desde Perú por Desaguadero y de China, pero no es de la misma calidad que los productos fabricados en el país.
“Los productos de contrabando están hechos de un falso cuero, casi como cuerina y los zapatos chinos son basura, están hechos de plástico. A primera vista se ven bonitos, pero no son de calidad”, sostuvo Vela Alá, otra pequeña productora con 20 años en la actividad.
Agregó que los clientes pueden usar los calzados que se fabrican en el país hasta por tres años sin necesidad de arreglos, mientras que los de contrabando o los chinos duran apenas tres a seis meses.
Marina Mamani, otra productora con 10 años en el negocio, contó que en más de una ocasión, clientes que antes compraron de contrabando acudieron a ella para adquirir un producto de mejor calidad.
“A pesar de eso, lastimosamente, las ventas no suben. En estos últimos tres años las ventas han bajado. He aprendido a rogar a la gente para que me compre”, testimonió.
Al respecto, Arminda Campos señaló que los calzados se fabrican “con más cuidado”, porque son “artesanales, pero la gente a veces no valora eso, sólo se fija en el precio”.
El alquiler de estos puestos de venta es de 2.046 bolivianos al mes, pero con la baja de las ganancias en las ventas, muchas veces no se alcanza a cubrir el monto requerido.
“Al final llegamos a juntar, a veces, 1.000 o 1.500 bolivianos, eso alcanza para reponer el capital y pagar a los obreros. Hay meses que tenemos que prestarnos para poder pagar el alquiler”, añadió Vela Alá.
Explicó que por mes se invierte en capital al menos 1.000 bolivianos y a los obreros se les debe pagar casi la misma cantidad.
“Ojalá que el Gobierno controle el contrabando, porque nosotros somos productores nacionales y nos vemos muy afectados”, expresó.
Fuente: Página Siete
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