La despolitización del servidor público

 


Por: Gabriel Campero Nava

Falta poco para cumplir un año de gestión de gobierno con el Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) y nuestros hermanos Lucho y David, con la satisfacción de tener una primera gestión exitosa, ratificada por los excelentes resultados en cuanto a crecimiento económico, descenso del desempleo, gracias a las medidas adoptadas para la reactivación económica, por cuanto podemos confirmar que “técnicamente” ha sido un éxito.

Pero existe una preocupación latente, que es la misma desde el año 2005 hasta el golpe en 2019, y es la poca o nula ideologización o formación política dentro de nuestras instituciones estatales, seguramente muchos se rasgarán las vestiduras señalando que es un pecado hacer política en la función pública, cosa completamente falsa, partiendo del hecho que todos votamos por un partido político y por una ideología política por tanto nuestros servidores públicos deben representar a ese partido político y su ideología. Lamentablemente esto no es del todo así ya que aún se detectan personas infiltradas en algunas instituciones y también existen casos muy descarados que mantienen a golpistas en las instituciones estatales.

Es complicado, pero hay que empezar desde casa, la existencia de traidores en las instituciones del Estado cuando ocurrió el golpe fue resultado de 14 años de despolitización de los servidores públicos, los cuales se autodenominaron “excelentes técnicos” y por ello no los despidieron.

Nadie es imprescindible en la función pública, eso es una verdad innegable, pero los compañeros políticos lo son para garantizar la defensa férrea de nuestro Proceso de Cambio y sin estos, que pueden contagiar los legados revolucionarios más nobles a otros servidores, simplemente nos quedamos con lumpen-proletariado: sin ética revolucionaria, sin convicción, sin valores, velando día a día por su interés personal, de clase y con desclasamiento cultural, retomando la práctica del individualismo salvaje.

Además de ser excelentes profesionales nuestras autoridades designadas deben ser políticos y promover la formación político-ideológica con visión revolucionaria, con horizonte al “hombre nuevo” del cual hablaba el comandante Che.

Para cumplir el cometido previamente señalado se debe partir del compromiso desde las cabezas de ministerios, entidades desconcentradas, descentralizadas y autárquicas, a través de la apertura de sus ambientes a las organizaciones sociales para escuelas de formación y actividades culturales de recuperación de la memoria histórica; en pocas palabras, devolver un poco al pueblo en reciprocidad por el apoyo que otorgaron con el voto.


Efectivamente no podemos colocar a todos en el mismo saco, tenemos el primer gran ejemplo de compromiso en nuestro Presidente y Vicepresidente al otorgar la Casa Grande y la Vicepresidencia a disposición para este tipo de actividades de formación ideológica y de motivación a la recuperación de la memoria histórica. También existen las escuelas de formación política sindical del Ministerio de Trabajo, lo referente a la Biblioteca Laboral, pero esto no es lo único que se requiere, se demanda que las demás autoridades promuevan producción de contenido ideológico o mínimamente contenido para promover la conciencia social respecto a la época neoliberal y dictaduras, comparando con lo que es la verdadera democracia cultural y participativa para ratificar que el neoliberalismo y las dictaduras militares es lo peor que le pasó al país y que además los golpes de Estado no están asociados a los años 80 únicamente, sino que son una realidad que continúa vigente.

Un compañero de lucha decía con mucha razón: “Es más fácil volver a un político en técnico, que a un técnico en un político”.

Existe la necesidad imperante de que las autoridades designadas se apresuren y abran sus instituciones a la política e impulsen a sus servidores a la formación ideológica, política y por ende al pueblo en general.

Fuente: la-epoca.com.bo