Lo sucedido en los últimos años por el rumbo que tomaron los líderes políticos de la derecha boliviana tras el shock que los dejó en la lona sobre todo con los resultados del 2020, el único discurso que quedó fue decir que fueron los “salvadores” de la democracia y su propósito central para encarar las subnacionales es terminar con el MAS, con el candidato que fuera, la línea es derrotar a ese partido a como dé lugar.
Hagamos historia, recordemos que después de duras peleas el 2020, con su misma cara y sin ruborizarse tanto Carlos Mesa, Luis Revilla y Samuel Doria Medina, volvieron a sus viejos amores, postularon a Waldo Albarracín como candidato a la Alcaldía de La Paz. La misma receta: evitar que el MAS llegue al gobierno local.
La alianza duró casi nada. Otra vez se vieron las diferencias, a pesar de un acuerdo previo, al menos de CC y Sol.Bo, de no volver a los conflictos pasados. Y lo que es peor, Sol.Bo sacó de la galera su candidatura propia, Álvaro Blondel, terminó ofreciendo su respaldo a un ajeno a la alianza frustrada, Iván Arias, exministro de Áñez y, a decir de Revilla, al que no debía apuntalar CC conforme a su línea.
Iván Arias es de los que menos le interesa trabajar por La Paz, también su propósito fue evitar que el MAS llegue a la alcaldía paceña de ahí que rogaba que Albarracín se baje, y que Mesa, Doria Medina le den una mano. Hoy con un pasado acosador y con una trayectoria manchada de sangre por ser cómplice del golpismo, carga sobre sus espaldas un pasado que los bolivianos, especialmente los paceños jamás lo olvidarán por su relación con Añez.
En la acera contigua, los “Demócratas” terminaron destruyéndose solos, primero, malherido por la renuncia a la candidatura presidencial de Áñez y, segundo, por incomprensibles errores internos: abandonar su candidatura a la Gobernación de Santa Cruz, Vladimir Peña para cederla a Creemos. Todo, otra vez, con tal de evitar que llegue el MAS.
Otro actor político y quien lideró las movilizaciones previas al golpe de 2019 con los comités cívicos, la policía y las FF.AA es Luis Fernando Camacho, candidato a gobernador. Pero presionado por sus bases en Santa Cruz, amenaza repetir su aventura golpista amedrentando al gobierno de Arce.
Por el lado de Cochabamba aparece la figura de otro político del pasado, Manfred Reyes Villa Bacigalupi, es uno de los políticos de la historia boliviana que también tiene en su recorrido una serie de facetas muy controvertidas que van desde su filiación a partidos de derecha hasta pactar con los promotores del golpe de 2019 y de la ultraderecha para afanes conspirativos, así como estar vinculado con actos de corrupción muy serios durante los últimos 20 años.
Con una candidatura ilegal, Reyes Villa azuza a los sectores derechistas de Cochabamba, llama a la Resistencia Juvenil Ckochala, grupo irregular de motoqueros que llevó la violencia, zozobra y atemorizó a mujeres de pollera y participó en acciones del golpe de 2019. Una plaqueta como símbolo de orgullo de “los pititas”, con nombres de sus actores que desarrollaron con la policía y las FF.AA. acciones golpistas entre octubre, noviembre y diciembre, fue quitada de la plaza de Cala Cala en la ciudad de Cochabamba por estos mismos después que, en elecciones de octubre de 2020 ganara el binomio Arce-Choquehuanca, mostrando así su cobardía y tratando de ocultar a los artífices de ese accionar violento.
Lo que está claro es que Reyes Villa está de regreso para conflictuar el país, mientras las necesidades del pueblo apuestan a la estabilidad política, social y económica. Sorprende de sobremanera que un personaje tan macabro como Manfred Reyes Villa tenga el apoyo en Cochabamba con su ilegal candidatura a la Alcaldía. Pareciera que todos los actos de corrupción y su vinculación con esferas de poder en los EE.UU. no pueden borrar los rasgos de un personaje que regó dolor y sufrimiento a nuestro pueblo.
Y la historia se repite en otras regiones, con rupturas políticas y alianzas a conveniencia, fueron con el único fin de evitar que el MAS ocupe cargos públicos. No se vislumbra el crecimiento electoral de Comunidad Ciudadana, a pesar de ser la segunda mayoría legislativa del país; Sol.Bo quedó en el camino, Demócratas cedió el poder regional y UN, de Doria Medina, es un partido casi en la nada.
Partidos de la derecha boliviana en el eje central, por sus propias ambiciones, seguirán ahora el libreto del desgaste y la conspiración contra el gobierno, como lo hicieran en el pasado, porque de gobernabilidad y cumplir con sus promesas al pueblo nunca les intereso, de ahí que su rearticulación es una señal de alerta a quienes fieles defensores del estado de derecho, exigimos que se sancione a los actores del golpe, hoy disfrazados de “nuevas autoridades” regionales.
Fuente: Camilo Katari, es escritor e historiador potosino.
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