El Ojo de Vidrio: La Significación del Solsticio de Invierno

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Hay una falsa polémica sobre el origen del Año Nuevo que festejamos hoy; que si ya se registraba el Inti Raymi en el imperio incaico o si fue una propuesta de los estudiantes aymaras de la UMSA en los 70s. Falsa porque la celebración debería darse en todo el hemisferio sur como el inicio del calendario agrícola, una de las primeras nociones humanas sobre el tiempo circular. Y también en el hemisferio norte.

En el hemisferio sur, el 21 de junio la Tierra marca el punto más alejado del Sol y se inicia el invierno, mientras en el hemisferio norte es el dia más caluroso del año, a tal punto que en el Mundial de Rusia y de noche la gente anda en mangas de camisa y el calor es insoportable en agosto. Pero nuestro calendario y, más aún, nuestra formación, son eurocentristas y festejamos la Navidad fingiendo que estamos en otro hemisferio, con una fogata simbólica del arbolito, que antes tenía velas encendidas y hoy foquitos. Fingimos que en nuestro hemisferio hay nieve y que el Papa Noel, invento de la Coca Cola, llega en trineo y con renos, cuando never in the piut laif hemos visto trineos ni renos. Ni papa noeles. 

Sin embargo, allá como acá se inicia el calendario agrícola: ya pasaron los furores de la cosecha, la tierra ha descansado y es hora de comenzar la siembra. Aquí la noche más fría, por eso nos calentamos con fogatas; allá, también la noche más fría, por eso quemamos simbólicamente arbolitos, que son fogatas.

El inicio del calendario agrícola en el solsticio de invierno es universal. Sólo que aquí, los estudiantes aymaras de los 70s, resaltaron nuestra tradición y, aun más, incorporaron al concepto de clase el concepto de etnia, porque eran discriminados por el color de su piel. Se trajeron un yatiri periano, lo llevaron a Tihuanaku, celebraron el año nuevo aymara, fundaron un frente universitario aymara y calcularon en forma conjetural el número del año sumando la probable antigüedad aymara con los 500 años, lo cual da 5. 500 y tantos: en cifras exactas, 5.526, lo cual no debe asustarnos, porque no tengamos la fecha exacta. Es como un amigo español que calculaba con reloj cuánto dura un acullico, algo insospechado para nosotros, que no nos interesan los minutos y segundos ni el tiempo lineal sino el efecto. Pero los estudiantes aymaras de los 70s, en realidad festejaban una provincia del calendario agrícola universal, la provincia aymara.

Hoy recordamos esta tradición universal con unción; y nos decimos que ya basta de imposturas: uno es el hemisferio norte y otro el hemisferio sur, donde vivimos. Y no tenemos por qué prestarnos fiestas entre ambos tan solo porque nuestra formación es eurocéntrica. En eso, los estudiantes aymaras tienen toda la razón.

Autor: Ramón Rocha Monroy (El Ojo de Vidrio)